martes, 23 de septiembre de 2008

Biólogos españoles hallan la causa del 'vínculo de apego' entre madre y feto


El cerebro de la mujer gestante, que guarda memoria de cada embarazo con las células madre fetales, libera la hormona de la confianza y desactiva la del estrés.

El proceso biológico natural del embarazo reduce el estrés de la mujer, al desactivar la hormona cortisol -en lo que se denomina científicamente 'vínculo de apego'-, y aumenta la confianza, al liberar oxitocina. Esta transformación se suma a otros cambios hormonales del cerebro de la mujer a partir del día 15 de la gestación cuando, implantado en el útero, el embrión se comunica con los tejidos de la madre.

Así se desprende del 'Informe científico sobre la comunicación materno-filial en el embarazo: células madre y vínculo de apego en el cerebro de la mujer', un documento de la Universidad de Navarra resultado del trabajo de diversos expertos y que ha sido dirigido por Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica. Según la doctora Moratalla, aunque el embrión «resulta extraño a la madre, la atmósfera de tolerancia inmunológica creada en el diálogo molecular hace que la mujer le perciba como algo no propio y, sin embargo, sin señales de peligro que activarían las defensas».Esta tolerancia se inicia a petición del embrión, a través de una red de sustancias que liberan y desactivan todas las células maternas que generarían el natural rechazo hacia lo extraño. Se trata de lo que se denominan células 'asesinas naturales'. La conclusión de estas evidencias, según Moratalla, es que los circuitos entre madre y embrión durante el embarazo «se potencian y dan lugar al equilibrio de la vida emocional».

«La comunicación materno-filial durante el embarazo -dijo la experta- supone un diálogo molecular, una simbiosis de dos vidas. Además, el intercambio de señales moleculares durante el desarrollo embrionario induce la maduración de las células madre». Otras de las conclusiones que reseñó reside en que, «a petición del embrión, se activa la tolerancia inmunológica de la mujer y su cuerpo acoge y guarda jóvenes células del feto».

MicroquimerismoEsta última novedad es lo que se denomina 'microquimerismo', por el que los órganos de la madre contienen células del feto que ha gestado (de dos a seis células por mililitro). Estas células tienen una gran capacidad para regenerar y rejuvenecer el cuerpo de la mujer. Además, existen datos de la participación de esas células, por ejemplo, en la reparación del corazón de madres con cardiopatías.Por ser la gestación una simbiosis de dos vidas, algunas células madre de la sangre del feto y su placenta, que son pluripotenciales, pasan a la circulación materna. Se almacenan en nichos, especialmente en la médula ósea, y se dispersan en los órganos de la madre: piel, tiroides, hígado, riñón, glándula adrenal, pulmón... Estas células del feto se denominan progenitores celulares asociadas al embarazo (PACP). Por su origen fetal, las células PACP tienen una gran capacidad de autorrenovación y colaboran con las células madre adultas en la función regenerativa del cuerpo de la mujer.

Según la especialista, en la conducta y los sentimientos humanos, la inclinación de la madre a cuidar y proteger a los hijos ocupa una posición única y privilegiada. Con el embarazo , el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente, al responder a las consignas básicas que recibe del feto. Este vínculo se refuerza con el parto y la lactancia, porque se potencian los circuitos neuronales más fuertes de la naturaleza. El conocido como ''vínculo de apego' afectivo y emocional forma parte del proceso biológico natural. «Con matices -indica el estudio-, también se genera un vínculo afectivo natural, tanto en los padres biológicos como en los adoptivos; y, en general, en las personas tras un contacto diario con un niño.

Estudios recientes, indicó Moratalla, muestran la 'plasticidad'del cerebro materno ante determinados estímulos, es decir, su capacidad de moldearse como consecuencia de hábitos intelectuales, relacionales emocionales, actividades físicas, etc. Reconocer en una fotografía a su hijo de pocos meses genera en la mujer un «estado emocional placentero», que no se produce en la visión de imágenes de otros niños, incluso conocidos. Otra investigación constata que la experiencia de la maternidad y la paternidad provoca «cambios funcionales» en el cerebro. Padre y madre responden con más intensidad al llanto que a la risa del hijo, mientras que sucede a la inversa en quienes no tienen experiencia de la paternidad. La influencia de la paternidad en el cerebro facilita el cuidado al reconocer mejor las necesidades que el niño reclama llorando.

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