martes, 9 de septiembre de 2008

La importancia del apego

¿Recuerda la película Volando libre?
Una bandada de gansos toman por madre a la niña protagonista, el primer ser que vieron al salir del cascarón: es el fenómeno de la impronta, un recurso por el que la naturaleza se asegura que cada recién nacido tenga la mejor crianza posible, creando un lazo invisible de apego amoroso entre madre y cría en el momento de nacer.
Facilitado por la marea hormonal que impregna a madre y bebé tras el alumbramiento, este vínculo primordial es el troquel de todos los vínculos posteriores, un acontecimiento amoroso e intimo con grandes implicaciones sociales. Las mamíferas lamen insistentemente a su cría recién nacida. Las mujeres las acogemos y abrazamos... si tenemos la oportunidad.
La ciencia ha constatado que la hora que sigue al nacimiento es un momento crítico, mágico y efímero, que es vital no interferir porque el instinto hace a las madres actuar del modo más apropiado. Biólogos y zoólogos saben que separar a un mamífero recién nacido de su madre es la mejor forma de comprometer su relación. Aunque le sea devuelto al día siguiente, es posible que su madre ya no lo reconozca. Al crecer, es más probable que ya no se comporte como el resto de la manada. Podría pensarse que siendo la especie más inteligente, este vínculo no es tan importante. Sin embargo, los expertos advierten que cuanto más evolucionada es la especie, más importante es la crianza, y en su éxito juega un papel fundamental el apego iniciado tras el nacimiento.
Para David Chamberlain, psicólogo pre y perinatal autor de La mente del bebé recién nacido, muchas prácticas hospitalarias se levantan como un muro que impide, dificulta, retrasa e interfiere el vínculo madre-bebé: separarles al nacer, enviar al bebé a observación durante horas, los nidos, las interferencias a la lactancia materna, esa gran tejedora de la relación madre-hijo. El contacto constante madre-bebé es vital. El amor no es cuantificable científicamente, pero sus frutos sí. El deseo de otro tipo de asistencia es cada vez mayor entre usuarias y profesionales, pero el cambio no llega a producirse. ¿Por qué? Los planes académicos continúan formando profesionales con el mismo criterio intervencionista, lo que alimenta el problema.
La clausura durante años de las escuelas de matronería y su posterior reapertura como especialidad de enfermería -sólo después de serias advertencias de la OMS- es señalada como una causa adicional de medicalización, pérdida de autonomía de la profesión y de deshumanización de su labor por sobrecarga de trabajo (se calcula que faltan 1.500 matronas). En el hospital los profesionales están sujetos a los protocolos hospitalarios, a su vez inspirados en el modelo clásico establecido por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Francisca Fernández, licenciada en Derecho y Presidenta de la Asociación El Parto es Nuestro comenta a este respecto: "La SEGO es una asociación profesional como cualquier otra, creada para defender los intereses de sus asociados y no los de las mujeres. A menudo los profesionales actúan convencidos de que estos protocolos son de obligado cumplimiento, lo que no es cierto".
A pesar de ello, cada vez más profesionales sienten la necesidad de manifestar su deseo de trabajar de otra forma. En febrero pasado, seis matronas del Hospital Gregorio Marañón dimitieron en bloque por lo que consideran un estilo de asistencia medicalizado que no respeta los derechos y la dignidad de la mujer. En un reciente con­greso de matronas en Cádiz, éstas reclamaban la posición en cuclillas como la más adecuada para parir. Pero incluso la SEGO reconoce que a veces se recurre con cierta ligereza a la cesárea por circunstancias que nada tienen que ver con la indicación médica: necesidades de organización interna de los hospitales, situación laboral de los profesionales (trabajo simultáneo en la sanidad pública y privada), formación polarizada en una visión patológica del parto, etcétera. Un informe de esta organización médica -Consideraciones éticas de la cesárea- concluía: "En virtud de estos principios puede afirmarse que muchas rutinas asistenciales y muchos procedimientos técnicos no están justificados.
Las modernas tecnologías, en general, no deben rechazarse pero deben subordinarse a la concepción de que el parto es un proceso natural, que en la mayor parte cursa espontánea y normalmente, sobre todo si se dan las condiciones socio-higiénicas adecuadas".
Prensa digital

0 comentarios mágicos: