lunes, 23 de febrero de 2009

Por qué parí a mi hijo en casa



Parí en casa porque soy una salvaje, una temeraria, una mujer irresponsable que pone en riesgo la vida de su hijo, porque quiero volver a ese pasado donde los partos eran una sangría, porque soy una de esas hippies que idealizan el parto sexual (con velas y la tribu tocando la guitarra), porque reniego de la medicina que ha salvado al mundo de todas las miserias, porque me apunto a lo que está de moda, porque quiero ir contracorriente, porque no estoy bien informada y sobre todo porque soy una mujer soberbia, caprichosa y loca.

Creo que escuché algún insulto más, pero los he olvidado. Pertenecer al 1% de las españolas que optamos por el parto domiciliario es convertirse en una desertora del hasta ahora pensamiento único médico y social, y el precio a pagar es la incomprensión y muchas burlas y prejuicios.
Entonces, ¿por qué exponerse a este desprestigio personal y además pagar más de 1.300 euros cuando lo más fácil es la inercia, no cuestionarse nada y seguir los protocolos oficiales?

Estos son mis 8 RAZONES para tal decisión:
1. Parí en casa porque soy una mujer sana con un embarazo sin riegos. Cuando existe alguna patología o dificultades (como gemelos) el parto debe desarrollarse en un medio hospitalario. No sirve sólo querer, sino fundamentalmente poder.
2. Parí en casa porque donde vivimos no existía ningún centro de parto natural como la clínica Acuario. Aunque después de la experiencia, no lo hubiésemos necesitado.
3. Parí en casa porque nos informamos y formamos mucho (en un curso de 6 meses en Titania-Tascó y con amplia bibliografía) y gracias a ello descubrimos qué es un parto fisiológico, cuáles son los riesgos del lote de medicalización XL cuando no es necesario (la mayoría de los casos) y cuáles son las recomendaciones de la OMS para un parto normal. Es decir, unimos naturaleza mamífera y evidencias científicas, y optamos por un parto respetado como en otros países europeos con mejores cifras incluso de seguridad materna-infantil que España.
Nunca pusimos en riesgo la vida de nuestro hijo y nunca volvimos a la Edad Media. Las dos comadronas (Pepi y Tere) estaban perfectamente preparadas para contratiempos y a menos de 20’ de un hospital.
4. Parí en casa porque nunca he estado en un hospital, no me gustan, y el embarazo y el parto es parte de la salud de la mujer y no una enfermedad.
5. Parí en casa porque quería ofrecer a mi hijo el mejor recibimiento en su entrada en la vida, y para nosotros esto es en nuestro propio hogar, rodeado de personas de confianza y amorosas, sin separación madre-hijo ni manos frías de por medio, y con las condiciones adecuadas para el desarrollo de un parto natural: intimidad, penumbra, silencio, respeto, aislamiento, calidez, seguridad emocional, libertad total, …
6. Parí en casa porque quise vivir este momento de mi vida tan intenso y especial con conciencia absoluta, sin drogas exógenas, pero dando la oportunidad a la naturaleza para que siga su curso con sus opiáceos internos y eficaces.
7. Parí en casa porque es mi parto y yo marco las reglas. Bueno, realmente las marcó el bebé.
8. Y por último, parí en casa porque creemos en la influencia que tiene el nacimiento y primer contacto con el mundo en la vida de la persona, y como estaba en nuestras manos, dimos la bienvenida a nuestro hijo con toda nuestra luz y amor en nuestro “portal de Belén” particular.
Samael nació en la semana 41 y medio tras 8 horas de contracciones dolorosas (pero suavizadas por el agua caliente de la piscina, el masaje continuo de su padre en la parte baja de la espalda y el aliento de las comadronas) y 2 horas de expulsivo.

No fue necesario ni epidural, ni episiotomía, ni nada de nada. Simplemente paciencia para que el cuerpo y la ley de la gravedad trabajen. Samael vino con una vuelta de cordón como muchos bebés. Se desenroscó y punto. Se agarró perfectamente al pecho con el cordón umbilical todavía latiendo y cuando dejo de latir, fue cortado por su padre.
En palabras de mis comadronas, fue un parto suave y fluido. Realmente no percibí el tiempo, me limité a dejarme llevar y estuve como ausente.
No tengo mitificado mi parto, fue un momento importante, ni sublime ni mágico, pero sí me sentí sumamente poderosa. Y después de parir en casa, me siento con fuerzas para superar cualquier reto en la vida.

¿Me arrepiento de algo? Sí. Me arrepiento de 2 cosas:
- Haber parido en esa piscina tan incómoda habiendo modelos mucho mejores como La Bassine o Waterbirth vassel, que desconocía en ese momento.
- No haber contratado a una DOULA para el posparto, porque navegar en las profundidades abismales del puerperio fue extremadamente duro e inesperado.
Recomiendo a todas las mujeres la lectura del revelador libro “La revolución del nacimiento” de Isabel Fernández del Castillo y “La maternidad y el encuentro con la propia sombra” de Laura Gutman.
En cualquier caso, el parto pasa pero ¡el verdadero mérito reside en criar a tu hijo día a día y estar a la altura de lo que ellos necesitan y merecen!

0 comentarios mágicos: