domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Qué socialización?


Una de las pegas que se suele poner al hecho de no llevar a los niños a la escuela, aun estando prácticamente de acuerdo en otros puntos, es la necesidad de socialización. Se suele temer que estos niños no sepan tratar correctamente con otros, no sepan plegarse a las reglas de grupo, y que se aburran como ostras, sin amigos.

Esto conduce a un reflexión sobre el tema: ¿qué entendemos por socialización? ¿Cuándo empieza?

Pienso que mi hijo mayor, cuando llegó a la edad escolar, ya estaba lo que se entiende por socializado, así que el proceso se debe producir antes de esa edad. Es cierto que en los niños pequeños que acuden a guarderías esto parece darse allí. ¿Pero ocurre por la asistencia a un centro con más niños o se daría espontáneamente sin esta circunstancia? ¿Hay una edad ideal? ¿Cuanto antes, mejor?

Todos somos un cúmulo de circunstancias e influencias, así que supongo que no hay receta única. Por otro lado, si intentamos el ejercicio mental de ir despojándonos de lo superfluo y accesorio, de simplificar hasta lo esencial, vemos que no somos tan variados y que nuestras necesidades y deseos son los mismos. Todos tenemos necesidad y encontramos placer al estar con otros. Y en cómo se desarrolle esto, tendrá que ver cómo han sido de placenteras y exentas de temor las primeras experiencias.

En el caso de nuestros hijos, observo que desde su nacimiento han participado de las visitas de nuestros amigos adultos de forma natural; no se les tenía aparte, no nos molestaban con sus juegos, y tomaban parte en la conversación cuando querían, sin recriminaciones por meterse en charlas de mayores. En esa época no teníamos más niños cerca, y acudíamos con cierta frecuencia a los parques públicos para contactar con otros y disfrutar de los columpios. Ya a esa temprana edad pudimos contrastar diferencias educativas: abundan niños que defendían sus propiedades (juguetes, lugares) y trataban con hostilidad a otros. Sentíamos que no deseábamos ese tipo de socialización y que los niños aprenden por imitacion los comportamientos. Era necesario procurar un ambiente con modelos más o menos adecuados. ¡Que difícil!, ¿verdad?

Al poco de nacer nuestra segunda hija (el mayor tenía 3 años) tuvimos la suerte de relacionarnos con otra pareja cercana que acababan de tener a su hija. Hubo un trato frecuente y cotidiano durante seis años, y los tres niños se beneficiaron enormemente de ello. Crearon un vínculo muy fuerte, había un planteamiento de trato similar y aprendían los límites del otro. Pero no solamente entre ellos; considero su trato con los adultos igualmente importante, y por supuesto había otros niños, aunque más esporádicamente. Solemos vernos a temporadas con amigos con hijos que viven lejos pero con los que hay cierta afinidad de planteamientos. Los niños disfrutan especialmente de estas relaciones que tienen bastante convivencia festiva. Pero también tienen trato con niños vecinos con los que no hay esa afinidad pero hay simpatía, niños escolarizados, normales y corrientes. Lo que ocurre es que estos niños suelen disponer de poco tiempo para jugar: durante el curso y la semana no pueden, y los fines de semana suelen tener alguna ocupación; en verano hay más disponibilidad, descontando las acampadas tipo escolar o la marcha vacacional con la familia.

Otra dificultad es que, excepto los parques (donde van sobre todo los pequeños), no hay apenas lugares de encuentro.

Es cierto. Nuestros hijos no tienen compañía infantil diaria (excepto la propia entre ellos mismos). No obstante veo que son muy abiertos y habladores con cualquiera (nosotros también somos charlatanes), que enlazan con facilidad con otros niños en bibliotecas, parques, y otros lugares comunes. Que no precisan de otros niños exclusivamente de su edad para no aburrirse: saben sentirse bien solos, con bebés, niños pequeños o mayores que ellos, y con adultos. Sí se sienten mal en ambientes de masa infantil donde suele haber un clima de histerismo, gritos, locura, ...

Pienso que en la escuela no hay mucho tiempo de relacionarse abiertamente: los recreos son cortos y durante las clases no se les deja charlar, los contactos son furtivos. También se da más competividad, y trato casi exclusivo con los de edad parecida. Mucho de sus charlas se ocupa con temas de televisión, de asignaturas y de procurar ser igual o un poco más que el otro, pero siempre siguiendo un patrón que no se salga de la norma habitual.

¿Es necesario para una buena socialización que los niños estén diariamente con otros 30 de su edad trabajando a la vez?

Pretendiendo buscar lo más natural en la especie, miro a otras culturas más sencillas y observo grupos reducidos de niños de distintas edades, participando en la vida comunitaria, no aislados en lugares especiales.

Indudablemente, si un niño es hijo único y sus padres están muy ocupados para dedicarles atención y procurarle otras relaciones, será conveniente que se busquen la manera de que esté con más niños, sea con la escuela o de otra forma. Y pensar qué más, conlleva el lote elegido.

Isabel, www.crecersinescuela.org

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