Imponer a un bebé que duerma sin los ruidos de la respiración de sus padres, sin el olor de su madre, es una violencia que se le inflige en nombre de la tranquilidad del adulto. La separación precoz no conduce a la autonomía, sino al miedo, al abandono y a la dependencia relacional.
Isabelle Filliozat, psicoterapeuta y autora del libro El mundo emocional del niño
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