lunes, 3 de agosto de 2009

El juego, instrumento de transformación social


Según la UNESCO (1968), jugar es necesario para el correcto desarrollo infantil,
estando especialmente relacionado con los procesos de mielinización y osificación que se producen en los primeros 7 años de vida. Es decir, con el proceso de desarrollo cognitivo y físico. Los diferentes estudiosos del juego apuntan a la incidencia del juego en diferentes ámbitos del desarrollo: motor, cognitivo, afectivo, social y de la personalidad.

Estos estudios nos invitan a valorar el juego como algo más que un entretenimiento
infantil o un recurso didáctico, atendiendo a su sentido y valor para el desarrollo
personal y grupal de los niños, a su valor educativo.

No profundizaré en este tema, pero quisiera hacer algunos apuntes
imprescindibles para comprender lo que planteamos y las propuestas que se derivan de
ello. Juego y desarrollo se entrelazan continuamente de una forma integral: el mundo de los afectos, el aprendizaje social y el desarrollo cognitivo (por supuesto, también el desarrollo físico y motor, aunque no sean requisito imprescindible) se manifiestan en el juego y, a su vez, crecen por su acción.

Requisitos para el juego
Para poder jugar, el niño tiene que haber establecido un buen vínculo con los
adultos que le rodean, ha de sentirse seguro afectivamente, tener oportunidad de
explorar su cuerpo, el del adulto y el mundo que le rodea; aprender a disfrutar de sus sensaciones, sus acciones, sus experiencias (que éstas sean placenteras, afectuosas); sentirse bien, querido y aceptado. Esto es posible en la medida en que los adultos a los que está vinculado disfrutan con él, ríen, juegan, le refuerzan sus logros y le limitan.

Sólo sobre esta base que crean los adultos con los que convive y se relaciona podrá
crecer y desarrollarse con plenitud, de forma integral y armónica.

En segundo término, el juego es una actividad social. El juego es el marco en el
que se dan las primeras conductas sociales: iniciadas con el adulto y desarrolladas con los iguales después. Se trata del único escenario en el que es posible ensayar y
desarrollar las habilidades sociales básicas. En este sentido, hay dos premisas
fundamentales para que el niño pueda jugar con otros: la primera es que el adulto de
referencia le introduzca en la dinámica de juego “jugando” (generando los elementos que son / serán comunes a otros niños); y la segunda es que el niño tenga la suficiente capacidad cognitiva para coordinar su acción con la de otros como él.

Finalmente, el niño necesita “material” de juego: conocer juegos, conocer la vida
directamente o a través de otros medios (audiovisual, cuentos, narraciones, dibujos…), contar con objetos para jugar (específicos o no). Ningún niño puede jugar a algo que no conozca. Así, si nunca ha ido a comprar, no podrá/sabrá jugar a la compra-venta, siendo éste un juego muy interesante, por ejemplo, para el desarrollo de capacidades como el cálculo mental o la negociación. Por eso es importante propiciar experiencias interesantes que amplíen el universo infantil.

Aportaciones del juego al desarrollo cognitivo
Observamos el desarrollo cognitivo en el juego a través de diversas conductas: la
interacción con los iguales (del juego en paralelo a los juegos de equipo); el número de acciones que el niño es capaz de coordinar sucesivamente (ej: sólo dar de comer a la muñeca, hacer la comida y dar de comer, comprar-preparar la comida-dar de comer, etc.) o simultáneamente (ej: jugar con una o con varias reglas); la complejidad de las respuestas a los conflictos sociales o afectivos que se producen durante el juego (ej: me marcho llorando, te insulto/pego, pido ayuda, negocio, elaboro una respuesta alternativa –“si todos los papás pueden fregar los platos, me pido ser el abuelo”).

Estas conductas nos hablan de la forma de pensamiento alcanzada, de las capacidades
desarrolladas, de las estrategias aprendidas y “puestas en juego”.

Podemos, por tanto, estimular el desarrollo y entrenamiento de capacidades cognitivas a través de propuestas lúdicas, del enriquecimiento del juego libre en grupo y de la reflexión compartida acerca de lo que ha pasado durante el tiempo de juego. También propiciando experiencias interesantes que amplíen el conocimiento infantil.

Por otra parte, las capacidades sociales y cognitivas se desarrollan entrelazadamente en el marco del juego, en el que es necesario no sólo ampliar la
comprensión del mundo a través del desarrollo de formas de pensamiento cada vez más complejas, sino también tener en cuenta al otro en ese proceso de comprensión. Esto
significa asumir que hay puntos de vista, experiencias, etc. diferentes… lo que termina modificando nuestra propia visión del mundo.

Aportaciones del juego al desarrollo afectivo

La mayor aportación del juego al desarrollo afectivo estriba en que, jugando, se
elaboran situaciones emocionales conflictivas:

- de carácter cotidiano, en las que el niño pequeño trata de comprender mejor el
mundo que le rodea desde el punto de vista afectivo-emocional: ¿qué es la tristeza?, ¿por qué mi mamá se angustia tanto con mi comida?, ¿por qué todo el
mundo manda sobre mi?, ¿por qué tengo que compartir mis cosas?

- de carácter específico, en las que el niño trata de elaborar auténticos conflictos
afectivo-emocionales: abandono, muerte de un ser querido, separación de los padres, etc.

Desde el punto de vista afectivo, jugar con otros está directamente relacionado con
el desarrollo del concepto de amistad: desde un punto de vista positivo, el compañero de juego es un amigo y a través del juego se elaboran estrategias de aceptación, comprensión, comunicación íntima y adaptación al otro, entre otras posibles. También está el punto de vista de los rechazados sistemáticamente en el juego: ¿cómo elaboran ellos el concepto de amistad?

Aportaciones del juego al desarrollo social
Las aportaciones del juego al desarrollo social se manifiestan esencialmente en el
juego simbólico y en el de reglas.

En el primero por su carácter cultural e inter-cultural, así como porque el niño expresa a través del mismo su manera de entender el mundo que le rodea (la familia, la escuela, la calle, los cuentos…) y debe elaborar la forma en que se sitúa en el mismo.

El juego simbólico constituye un auténtico ejercicio social, un laboratorio de ensayo para comportamientos, actitudes y roles;

El juego tiene carácter cultural en un doble sentido: porque los juegos tradicionales forman parte del patrimonio cultural de una comunidad, y porque los rasgos culturales propios se manifiestan a través de los juegos: rituales como una boda, particularidades como las celebraciones con toros, la recogida del… (grano, uva, aceituna), los apagones, o las procesiones de semana santa.

Y tiene carácter inter-cultural porque cuando jugamos juegos similares de forma distinta (un corro, un escondite, una boda) es necesario ampliar, entre otras posibilidades, nuestros conocimientos sobre el mundo o la capacidad de tolerancia.

Los juegos de reglas suponen una iniciación en la norma social, una relativización
del sentido de competitividad (lo que importa es jugar), así como el ensayo, aprendizaje e incorporación de valores como la cooperación, la solidaridad, el sentido de igualdad o el trabajo en equipo.

El papel del adulto en el juego
Pero ¿Cuál es el papel del adulto-educador en el juego para que, cumpliendo con
sus características (libre, gratuito, etc.), podamos optimizar sus beneficios?

Como premisa, y resumiendo lo que hemos comentado, el adulto debe:

- establecer un vínculo con el niño que le permita sentirse afectivamente seguro

- enseñar al niño las bases de cada tipo de juego (sensorial, simbólico, de reglas) mientras juega con él

- servir de “mediador” en los primeros encuentros lúdicos entre iguales

- permitir (generar o facilitar) tiempos para el juego libre

En segundo término, el papel del educador en el juego puede concretarse en las
siguientes funciones:

- evaluar las necesidades individuales y grupales de los niños/as en cuestión, para ayudar a niños y niñas en su desarrollo, proporcionándoles elementos que enriquezcan su actividad lúdica: adaptación de los recursos/medios, selección de propuestas, etc.
- Observando el juego - la actividad individual y grupal
- Atendiendo a las demandas infantiles
- Preguntando y escuchando cuando el juego - actividad haya terminado

- favorecer la libre participación en los juegos y actividades

- dejar actuar - jugar, estando atento. Esta actitud proporciona a los jugadores
sensación de libertad a la vez que de seguridad.

- intervenir en el juego infantil sólo cuando es absolutamente necesario (una
situación de peligro) o recibimos una demanda para hacerlo ("juega conmigo a..."; "¿puedes ayudarme a...?"; tirón del pantalón o mirada suplicante)

- ayudar previamente a la superación de los objetivos infantiles (extrínsecos) para
favorecer así el verdadero disfrute lúdico. Ej: angustia del recién llegado, relativización del ganar-perder, etc.

- reflexionar posteriormente acerca de lo acaecido durante el juego: conflictos, consensos alcanzados, uso del material, etc.

- proporcionar estrategias para la resolución de conflictos entre iguales

- proponer actividades lúdicas y/o ludiformes que permitan la posterior incorporación
de elementos nuevos en el juego libre. Ej: hacemos una construcción con cajas, cantamos, organizamos una dramatización colectiva...

- seleccionar juegos y juguetes adecuados, buscar materiales nuevos, cambiar de
vez en cuando los que tenemos, enseñar las posibilidades del uso de materiales reciclados para el juego, animar el juego grupal sin juguetes...; adaptar con flexibilidad el espacio de juego

- proporcionar experiencias que amplíen el universo infantil, generando nuevos escenarios para el desarrollo personal que puedan después incorporarse al juego y, por tanto, a la comprensión infantil del mundo. Ej: visitar a distintos profesionales permite tener una idea mejor de lo que se puede aportar a la sociedad a través del trabajo; acudir a espectáculos permite ampliar el concepto de belleza (entre otros) y desarrollar la sensibilidad…

- ser tolerante con la cultura o costumbres expresadas a través del juego (el educador como modelo)

- participar con los jugadores en la creación de un ambiente agradable,
satisfactorio y estimulante para todos/as

En definitiva, OBSERVAR (no sencillamente mirar o vigilar). FACILITAR: en la generación de un espacio y un ambiente estimulante y agradable. ANIMAR: invitando, iniciando a nuevos juegos, compartiéndolos, dando pautas para la autonomía en el juego. Y ENRIQUECER: a través de diversas propuestas, de enseñar nuevos juegos, y
a… pintar, contar cuentos, construir, pasear, asistir al teatro, visitar un mercado, realizar actividades pre-deportivas… Cada espacio lúdico ofrece distintas posibilidades de enriquecimiento, adaptadas al mismo y sus objetivos.

Espacios educativos para el juego
En último término, cabe abordar los espacios en los que es posible potenciar el
juego, optimizando sus efectos desde un punto de vista educativo. Presento a continuación algunos espacios donde puede darse el juego: en el marco de la escuela, de los programas sociales y de la comunidad.

4.1. EL JUEGO EN LA EDUCACION FORMAL
EL AULA. El juego libre debe tener un espacio en el aula de los pequeños (0-6), el
infante necesita jugar para situarse en el mundo, desarrollar sus capacidades y
resolver sus conflictos. Por otra parte, las propuestas lúdicas para entrenar capacidades o afianzar conocimientos son un instrumento didáctico de gran valor (motivador) para las clases de primaria y secundaria.

EL PATIO DE RECREO. A medida que los pueblos y ciudades crecen y se
modernizan, los niños pierden espacios comunes de juego, lugares donde encontrarse intergeneracionalmente… esto, entre otras consecuencias, dificulta la transmisión de los juegos reglados. Los niños no saben a qué jugar en el patio (excepto fútbol), pero su necesidad evolutiva de jugar en grupo, medirse consigo mismos y con otros, o alardear ante los pequeños, permanece. En consecuencia, asistimos a la formación de bandas, agresiones y faltas de respeto graves que podrían evitarse (y trabajarse) con propuestas de juego específicas para cada edad y para edades mezcladas. Los juegos reglados permiten: “competir” en un marco normativizado, interiorizar progresivamente las normas y la necesidad de respetarlas para una mejor convivencia, potenciar lo mejor de cada cual –aunque no sea el mejor- ya que forma parte de mi equipo, y algo muy importante: pasarlo bien. El vigilante de patio se transformaría así en un agente de cambio, en un educador.

4.2. INTEGRACION Y DESARROLLO SOCIAL EN TORNO AL JUEGO
EL CLUB DE TIEMPO LIBRE. Los espacios para el tiempo libre deben contemplar
siempre tiempos para el juego libre, entendiéndolo como una actividad más, de gran relevancia para el desarrollo infantil, especialmente en los ámbitos: social, de la autonomía y de los valores. No podemos “organizar” TODO el tiempo infantil, los niños necesitan tiempos “libres de verdad” en los que volcar sus aprendizajes, su capacidad de liderazgo, de asertividad, para la resolución de conflictos, para llegar a consensos… estas actividades lúdicas deben ser favorecidas, observadas y optimizadas por los educadores (no pueden quedar relegadas exclusivamente al tiempo de descanso de éstos).

LA LUDOTECA. Sin duda es un espacio privilegiado para el juego, en el que la organización de los espacios y materiales es esencial para facilitar la actividad lúdica de todos los participantes7. El educador, especializado en juego, tiene
múltiples recursos a su alcance para favorecer el desarrollo infantil en todos sus
ámbitos, ayudar en la resolución de conflictos personales (afectivos, sociales y
cognitivos) y entre iguales, tutelar el entrenamiento progresivo de capacidades cognitivas a través de propuestas lúdicas seleccionadas, favorecer la incorporación
de valores, etc. Todo ello contando con la motivación de los niños participantes. La ludoteca puede trascender su propio concepto de espacio para el tiempo libre y recurso social para padres y niños para convertirse, gracias a los educadores responsables y al proyecto que la sustenta, en un espacio educativo y de prevención real, donde cada niño pueda crecer adquiriendo recursos personales para la vida en sociedad en un marco acogedor.

LA LUDOTECA DE PRIMERA INFANCIA. Pensada para menores de 4 años, es un
espacio al que las madres (o adulto de referencia familiar) acuden con sus hijos. En ella, los beneficios del juego infantil se ven potenciados por la función de formación familiar (puericultura, educación, estimulación, etc.)

RESIDENCIA DE MENORES TUTELADOS (orfanato). Además de facilitar la integración en el medio y el desarrollo social de los niños, el espacio de juego cumple una función terapeútica en estos centros. Bien llevado, supone un marco en el que el niño puede expresar los conflictos emocionales por los que atraviesa y reelaborar su lugar en el mundo.

EL juego, recurso para la dinamización comunitaria
También hay aportaciones del juego al desarrollo comunitario. En primer lugar se
trata de un ámbito sin competencia, por lo que las actividades lúdicas aseguran un clima positivo. Por otra parte, toda la comunidad puede ser integrada en el juego, ya que a los adultos, en general, nos gusta recuperar nuestro vínculo con la infancia. El juego, no sólo por su carácter cultural, forma parte de la memoria colectiva, de la experiencia común, por lo que se erige como una de las actividades intergeneracionales por excelencia: todos jugamos.

LA CALLE, EL PARQUE, LOS ESPACIOS COMUNITARIOS... Recuperar (o no perder) la calle como espacio social, a los vecinos como co-responsables de la educación infantil, promover la participación de los adultos en la vida cultural y social del barrio o el pueblo, es un objetivo esencial de la educación social. El sentimiento de pertenencia a una comunidad es base imprescindible para el desarrollo de actitudes positivas hacia ésta, integradoras, respetuosas, solidarias…

Uno de los recursos para facilitar la consecución de este objetivo es el juego:

- Fiestas de juego en el barrio: de inauguración o clausura de curso, ligadas a acontecimientos populares, de carácter temático, sorpresa. Proyectos intergeneracionales: fiestas y concursos familiares, enseñemos los juegos de nuestra infancia a los nietos o los hijos, “deberes lúdicos” para compartir con la familia, investigación sobre el uso de juguetes por diferentes generaciones…

- Dinamización lúdico-cultural de la zona: semanas de divulgación del juego (sólo un tipo o muchos), 24 horas solidarias de juego, mercadillo de intercambio de juguetes, día de los records lúdicos, juegos de tablero gigantes, jugar en los días internacionales (día internacional de la paz, de la mujer, etc).

María López Matallana

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